Napoli bella y cameladora… Cuando he puesto los pies por
primera vez no he tardado ni cinco minutos en suspirar un “mamma mia…”,
verdaderamente es caótico desde el momento cero, pero ya no hay marcha atrás…
tu “napolenatización” ha iniciado: lo primero que exclamas lo haces en
italiano!
Lo segundo es un sensación bipolar de si verdaderamente quieres estar
aquí. Empiezas a ver… y parece increíble… no entiendes casi nada
de lo que pasa a tu alrededor… tráfico, calles llenas de gente, obras, música,
basura, arte en cada esquina, gritos, olores,… Los cinco sentidos que tenemos se
hacen insuficientes!
Y llegará el momento en que te entrará el hambre… Te pides
una pizza en el primer sitio que ves… Y… Prepárate, estás perdido… saltará la primera chispa del amor… Te preguntarás
-¿Pero qué es eso que llevo comiendo toda la vida a lo que le llamo pizza?-.
De
aquí en adelante tu cerebro estará en todo momento comunicándose con tu
estómago… las mariposas esas de las que hablan cuando te enamoras estarán todo
el día haciendo estragos en tu figura.
Caminando podrás descubrir cada rincón de la parte
histórica, es difícil estar atento: con la gente moviéndose por las calles
comportándose como coches, motos con piloto y acompañantes por las aceras, el
claxon de los coches como acompañamiento musical mientras se te acercan
sonrientes ofreciéndote un popurrí particular de cosas que va desde un “iphone
última generación” hasta un rosario, pasando por unos calcetines o un número
ganador de lotería que un periquito elige para ti. Y en el medio tú, intentando
retratar con tu cámara la grandeza de cada edificio, palacio o iglesia sin
encontrar en encuadre perfecto porque todo es una fotografía, de repente de
fondo un “oh sole mio”, una señora que
sale por la ventana gritando un algo -¿me lo dirá a mi?-…
Y llegas al mar, conoces al Vesubio del que
tanto has oído hablar… Y te quedas quieto… que tranquilidad… que visión!! El
mar Mediterráneo… El aleteo de las mariposas no cesa… no han pasado apenas
unos días… y se te ha olvidado todo lo malo que habías oído de esta ciudad… de
repente no ves la basura, no escuchas las obras, la peligrosidad parece no
existir, la no-educación vial te parece divertida, los gritos de la gente que
hablan suenan rítmicos y se acompañan de una interpretación gestual muy teatral…
Es la ceguera del amor… sólo quieres conocer más, empaparte
de la esencia de todo y caminar de su mano descubriendo más y más… ¡Te has
enamorado!
Lo segundo es un sensación bipolar de si verdaderamente quieres estar aquí. Empiezas a ver… y parece increíble… no entiendes casi nada de lo que pasa a tu alrededor… tráfico, calles llenas de gente, obras, música, basura, arte en cada esquina, gritos, olores,… Los cinco sentidos que tenemos se hacen insuficientes!
Y llegará el momento en que te entrará el hambre… Te pides una pizza en el primer sitio que ves… Y… Prepárate, estás perdido… saltará la primera chispa del amor… Te preguntarás -¿Pero qué es eso que llevo comiendo toda la vida a lo que le llamo pizza?-.
De aquí en adelante tu cerebro estará en todo momento comunicándose con tu estómago… las mariposas esas de las que hablan cuando te enamoras estarán todo el día haciendo estragos en tu figura.
Caminando podrás descubrir cada rincón de la parte histórica, es difícil estar atento: con la gente moviéndose por las calles comportándose como coches, motos con piloto y acompañantes por las aceras, el claxon de los coches como acompañamiento musical mientras se te acercan sonrientes ofreciéndote un popurrí particular de cosas que va desde un “iphone última generación” hasta un rosario, pasando por unos calcetines o un número ganador de lotería que un periquito elige para ti. Y en el medio tú, intentando retratar con tu cámara la grandeza de cada edificio, palacio o iglesia sin encontrar en encuadre perfecto porque todo es una fotografía, de repente de fondo un “oh sole mio”, una señora que sale por la ventana gritando un algo -¿me lo dirá a mi?-…
Y llegas al mar, conoces al Vesubio del que tanto has oído hablar… Y te quedas quieto… que tranquilidad… que visión!! El mar Mediterráneo… El aleteo de las mariposas no cesa… no han pasado apenas unos días… y se te ha olvidado todo lo malo que habías oído de esta ciudad… de repente no ves la basura, no escuchas las obras, la peligrosidad parece no existir, la no-educación vial te parece divertida, los gritos de la gente que hablan suenan rítmicos y se acompañan de una interpretación gestual muy teatral…
Es la ceguera del amor… sólo quieres conocer más, empaparte de la esencia de todo y caminar de su mano descubriendo más y más… ¡Te has enamorado!
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